La fresca llovizna pronto se vuelve aguacero
pero no puedo enojarme con ella:
si me molesta debo buscar un techo
y dejarla pasar antes de volver al camino.
El sol tibio de la mañana
pronto es fuego quemándome la piel a mitad del día
pero no puedo enojarme con él:
si me molesta debo correrme a la sombra de un árbol
y esperar (con una hermosa sonrisa)
que el atardecer anuncie su llegada
desplegando toda su ternura sobre el horizonte.
Hore
23-04-11