Un banco de neblina se esparce por mi mente y me cuesta dispersarla;
Mi cuerpo desobedece la orden;
Mis párpados están al borde de caer desmayados
y rodar por el suelo nuevamente;
No se si los ruidos crecieron o si mis oídos se encogieron,
pero el efecto es el mismo: no caben los unos en los otros
y hasta mi propia respiración me aturde;
Alguien aflojó mis cuerdas vocales y sin embargo
parecen prontas a cortarse;
Alguien serruchó mi garganta
y mi voz sale con manchas de sangre en la camisa.
El alma se niega a afrontar el cambio de realidades;
El cuerpo entero se agarra fuerte de donde puede
cuando un suave pero constante viento comienza a arrastrarlo
de aquél dulce mundo a éste: tarde o temprano
termina entregándose por completo a sus frías corrientes de aire.
Y acá estoy como cada mañana:
desayunando,
escribiendo algo...
encandilado con la luz de un sol
que todavía no cabe en mis pupilas.
Hore
30/09/10
Hore
30/09/10